Fecha de publicación: 10/09/2012
El deporte provoca emociones y sentimientos, pero sobre todo influye en la actitud y el comportamiento de las personas a través de los muchos valores que transmite..JPG)
Sin embargo, en muchas ocasiones vemos en los medios y en nuestro día a díahechos que manchan la imagen de la deportividad. Afortunadamente, no siempre es así. Lo vemos, por ejemplo, cuando deportistas de élite se convierten en iconos y modelos de éxito para muchos niños y adultos. De hecho, un estudio reciente de la Fundación BBVA señalaba que la mitad de los encuestados era incapaz de citar el nombre de algún científico mientras que el conocimiento de deportistas de élite era muy amplio.
Muchos padres se sienten seguros y tranquilos al afirmar que sus hijos están sanos porque practican deporte. Esto no es siempre cierto, ya que como se ha mencionado antes, la práctica deportiva puede ser también una fuente de violencia, de exclusión e incluso de enfermedad, y esto también afecta a la salud. Por desgracia, hay niños que practican deporte que están dirigidos por entrenadores que no saben transmitir los valores apropiados del deporte, o no disfrutan de unas circunstancias en su hogar que favorezcan la deportividad. Una situación que se produce demasiadas veces en el campo de juego es el comportamiento nefasto de muchos padres en los partidos de sus hijos, que se comportan como verdaderos hooligans.
Un proyecto de formación con valores a través del deporte significa un tiempo de dedicación y un esfuerzo considerable de las personas que intervienen. El deporte propone un objetivo que consiste en ganar, pero en ningún caso podemos considerar que esta es su única finalidad. La competición deportiva se convierte en un problema cuando se busca la derrota del rival a cualquier precio.
Si el deporte es un medio para seguir mejorando, entonces, la derrota no supone un problema, porque conduce a reconocer los errores propios. En este caso ya estamos hablando de valores: humildad, espíritu de superación, esfuerzo, respeto...
El deporte como tal no educa en valores, todo depende cómo se utilice
Es interesante mencionar que existen programas sociales enfocados en la práctica deportiva para niños, como las Escuelas Deportivas Danone, un programa que a través de la práctica del fútbol ha conseguido mejorar los hábitos, el comportamiento y el rendimiento escolar de niños con edades comprendidas entre los 6 y los 12 años, tras ocho años de funcionamiento y con el apoyo de padrinos como Pep Guardiola y Fernando Hierro. El programa se ha convertido en una alternativa de ocio positivo para más de 5.000 niños y se ha podido constatar que la práctica deportiva contribuye a que estos niños sean mejores estudiantes, mejores deportistas y tengan mejor salud.
A través de un seguimiento trimestral y el posterior estudio de impacto realizado por Esade, se ha observado una mejora en el rendimiento académico y en la asimilación de los hábitos y el comportamiento relacionados con la higiene, la alimentación, el civismo y la relación con otros compañeros y sus familiares. El rendimiento académico ha mejorado gracias al refuerzo en lectura comprensiva y al estímulo de poder participar en las competiciones deportivas.
Por último, el deporte permite también dar un claro ejemplo de superación y a la vez dejar atrás ciertas dificultades. Buena prueba de ello es el impacto positivo que el deporte tiene sobre las personas con algún tipo de discapacidad. Los Juegos Paralímpicos y los Special Olympics son dos claros ejemplos de cómo el deporte contribuye a la integración de estas personas en la sociedad.
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